El amor y sus complejos en 5 películas…

Wall-E (2008) – Andrew Stanton

Wall-e (2008) es ante todo una historia de amor. Un poema repleto de guiños a 2001: odisea del espacio (1968), el 1984 de Orwell y la cultura pop de Star wars, que narra las vicisitudes de un robot enamorado en un planeta carcomido por la mugre. El viaje emprendido por Wall-e en busca del amor, se vuelve entrañable gracias al carisma de los personajes que se van sumando a una sinfonía visual única. Sus primeros 45 minutos son un divertido homenaje al cine silente, mientras su segundo acto despliega un discurso más elaborado sobre el amor, el consumismo, la maldad y la esperanza de un mundo que puede cambiar, pese a las complejidades del ser humano. Si con Ratatouille (2007) Pixar había alcanzado en su momento el cénit de calidad en guion y animación, con Wall-e solo demostraban su tremenda capacidad para superarse film tras film. La secuencia en el espacio donde Wall-e y Eve bailan y celebran su encuentro, es de una belleza estética que colisiona las emociones.

Eterno Resplandor de una mente sin recuerdos (2004) – Michael Gondry

Nada peor que encontrarse de pronto olvidado por el ser amado, para a partir de ahí, redescubrir el amor. El filme de Michel Gondry es lírico, surreal y depresivo, teniendo en las interpretaciones de Kate Winslet y Jim Carrey la justa medida de la degradación de eso que llamamos amor. Los laberintos intrínsecos de las relaciones humanas, con sus obsesiones, infidelidades, dudas y resentimientos, son abordados por un guion proveniente de la mente retorcida de Charlie Kaufman, que basa el título y el espíritu de su relato en el poema Eloisa to Abelard (1717) del inglés Alexander Pope. Una película que apunta sus armas a la sensatez, pero termina atravesando la sensibilidad del espectador. Atemporal y nostálgica, nadie podría creer que esto se filmó en el hoy lejano 2004. Ver acostados sobre el hielo a Clementine y Joel (antes de la hecatombe emocional), es un momento ya icónico del cine contemporáneo. Película de culto con Oscar a mejor guion original incluido.

Moulin Rouge! (2001) – Baz Luhrmann

Cursi hasta la médula, revivió al musical con todo ese desparpajo saturado de rojos y canciones que todos ya nos sabíamos, pero fue placentero volver a encontrar. Una historia de amor imposible destinada a la tragedia con tintes de film clásico, que por momentos puede causar un coma diabético. La maravillosa fotografía de Donald McAlpine y la siempre edulcorada mirada del director Baz Luhrmann, se conjugan con la grata presencia de Nicole Kidman (pre- Oscar por Las horas (2002) y pre Dogville (2003)) y Ewan McGregor (post Trainspotting (1996) en interpretaciones que los despegaron para siempre de sus trabajos previos. Moulin Rouge! fusiona música e imágenes en una vorágine color rojo brillante que da muestra de las posibilidades del cine para generar emociones, donde un joven escritor se enamora de una diva de cabaret, con todo en contra y solo el amor y sus letras a favor. Cuando la pantalla se funde a negros, el espectador agradece el viaje, que aunque colorido y vibrante, no deja de ser trágico, como la vida misma.

La rosa púrpura del Cairo (1985) – Woody Allen

El amor literalmente se sale de la pantalla para vivir una apasionada historia tan entrañable, que nadie debe sentirse culpable si las lágrimas ruedan. Bellísimo relato que demuestra que en no pocas ocasiones, la única escapatoria está por medio del cine. Mia Farrow es Cecilia, quien vive sumida entre un trabajo monótono y un marido que la desprecia, reflejo de una Norteamérica que atraviesa la gran depresión. Ella acude al cine para evadir su realidad una y otra vez, hasta que su actor favorito (Jeff Daniels) rompe la cuarta pared y decide saltar de la ficción a la realidad para conocer a Cecilia. El mejor Woody Allen desde Manhattan (1979), crea aquí un poema visual sobre el cine, el amor a un mismo y los límites de la imaginación, con una encantadora Mia Farrow que más adelante, mostraría los dientes y rompería para siempre el dulce recuerdo de la que quizá sea su mejor actuación, junto a la demoniaca Rosemary’s Baby (1968) de Roman Polanski.

Amélie (2001) – Jean-Pierre Jeunet

Surrealista, amigable, optimista y romántica. La increíble vida de Amélie es rocambolesca y envidiable, con una mágica moraleja acerca del amor y sus intrínsecas formas de triunfar. Aquí los verdes de la fotografía de Bruno Delbonnel sobresalen con personajes secundarios tan hilarantes que cualquiera desearía vivir en ese apacible y extraño barrio parisino. El soundtrack de Yann Tiersen, está enclavado ya en el subconsciente colectivo de las audiencias de todo el orbe; un filme mágico y vertiginoso que entiende también el poder del montaje, desdoblando una historia de amor que tiene prisa por ser contada, pero al mismo tiempo, es tranquila en su clímax. Homenaje del gran Jean-Pierre Jeunet a su alma francesa después del desprendimiento que le significó la horrenda Alien: la resurrección (1997), ejemplo del gusto de Hollywood por pervertir a grandes cineastas europeos.

 

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