Paraiso Travel (2008): El viacrucis migratorio Medellín-New York City.

Reina (Angelica Blandón) y Marlon (Aldemar Correa) son una pareja de jóvenes colombianos, viven en Medellín y buscan un futuro juntos; ella está obsesionada con llegar a Nueva York y vivir el sueño americano, mientras él transita empecinado por el amor y el deseo hacia Reina. Emprenderán entonces un viacrucis migratorio dantesco, con la habitual violencia en las fronteras y la conexión con otros seres humanos ávidos de una mejor vida.

Serán estafados y humillados en más de una ocasión, hasta conseguir llegar por fin a Texas, escondidos dentro de unos troncos huecos. Justo en ese momento, hay un plano que resume la esencia de la película: mientras Reina sonríe eufórica de alegría al sentirse por fin en USA (ante el desconcierto y horror de su novio), al fondo yace un migrante muerto por asfixia, llorando su esposa desconsolada a un lado. Es la terrible muerte y angustia que siempre acecha a todos los migrantes, la vida con miedo y sentirse perseguido.

Marlon le reprocha más adelante a Reina su idea de buscar el sueño americano. “Nueva York te queda grande, mejor te hubieras quedado en Medellín, comiendo mierda”, le dice ella. Marlon responde: “Claro, como si no estuviéramos comienda mierda aquí también”. Reina remata implacable: “Sí, pero mierda gringa, que es distinto”.

La discusión provoca que Marlon salga enojado del cuartucho donde se alojan y se pierda entre los barrios de Brooklyn y Queens, donde encontrará un restaurante llamado “Mi tierra colombiana”, una especie de oasis sagrado para él, en medio de la vorágine de un entorno que desconoce y le asusta. Lo que en principio parece un filme sobre un hombre que deja todo por amor y escapa a la aventura de un futuro próspero, se convierte de pronto en un profundo estudio sobre vencer la adversidad y encontrarse así mismo, mientras se aprende a vivir con las decisiones que se toman, sean buenas o malas.

Paraíso Travel (2008) del director colombiano Simón Brand, está basada en la novela homónima de Jorge Franco Ramos, autor también de la célebre Rosario Tijeras (1999). Con una estructura que hace uso del flashback para establecer dos líneas narrativas (presente y pasado), Paraíso Travel describe el calvario de la pareja protagonista desde el arranque; se trata de una relación condenada al fracaso, corrompida por el deseo, no por amor. Reina utiliza a Marlon para no viajar sola y él, lejos de amarla, la desea con una pasión animal, lo que ofusca su entereza.

Tras una sesión informativa en una sórdida agencia de viajes (curiosamente llamada Paradise, una palabra que persigue sin piedad al protagonista) y después de pagar 3000 dólares, la travesía comienza con un vuelo a Panamá desde Colombia, para enseguida pernoctar en horrendas casuchas y tomar un camión hasta Guatemala. Justo al cruzar el rio Suchiate, el grupo es recibido en México por una pandilla que les roba lo poco que cargan, creando el caos.

Más adelante, otro autobús rumbo a Reynosa y más abuso; los migrantes viajan hastiados y lo único que los motiva es llegar a la tierra de las barras y las estrellas, donde al parecer, para ellos todo se resolverá cuando empiecen a fluir los dólares. Al alcanzar Texas, han dejado la piel en el camino, dejando de ser ellos mismos. Marlon y Reina se separan por un evento absurdo y es entonces cuando el resurgir del joven estalla. Por paradójico que resulte, tiene que perderlo todo para entender quién es en realidad.

La llegada de Marlon al restaurante latino “Mi tierra colombiana” le depara algunas esperanzas: el cariño de amigos, una familia inesperada y el encuentro con una bella joven llamada (sospechosamente) Milagros Valdés (Ana de la Reguera), que vende discos afuera del local. Marlon comienza a trabajar y a ganarse la confianza de todos, laborando primero en crueles trabajos mal pagados y durmiendo en albergues; conoce a un alocado tartamudo de nombre Roger Peña (John Leguizamo, productor ejecutivo de la cinta, además), quien le muestra otra perspectiva de vivir en NYC.

Pero ante todo, Marlon comienza a vivir, a divertirse y a emprender. La idea de un futuro mejor le carcome la mente: consigue un trabajo estable, hace entregas a domicilio y vende artículos de limpieza personal en el baño del restaurante. Los dólares llegan y comienza a enviarlos a su familia en Colombia; el amor por Milagros se hace más grande y parece que todo está mejor que nunca. Hasta que por azares del destino, se entera del paradero de la persona que lo llevó hasta ahí: Reina.

El reencuentro con la joven (movida por la ambición y también por un secreto familiar) es escalofriante. Pero es ahí cuando el espectador entiende junto con Marlon que Reina no es, ni fue, una buena persona. Podría parecer que ha cambiado en los meses que dejó de verla, pero en realidad, siempre ha sido la misma: una mujer egoísta y manipuladora. En uno de los momentos más bellos de Paraiso Travel, bajo la lluvia, el protagonista camina sabiendo que ha tenido que llegar hasta ahí para renacer, ante los gritos de Reina, que lo ha perdido todo. La esperanza, el arma que todos los migrantes guardan ante la adversidad, surgirá sublime en los últimos planos del filme.

Presentada en el festival de Tribeca en New York el 26 de abril de 2008, Paraiso Travel tuvo resonancia internacional y un éxito aceptable en Colombia. Algunos críticos incluso la consideraron a la altura de cintas exitosas como Amores perros (2000) y Ciudad de Dios (2002), gracias a la destreza del director Simón Brand para convertir una pequeña historia sobre migración, en una experiencia universal sobre el dolor de dejar el país de origen y la entereza ante las calamidades de la vida migratoria.

La cámara de Brand se pasea en dos tiempos entre Nueva York, Medellín y el dantesco trayecto entre ambos; sus planos cenitales desnudan entornos y personajes, revelando lo ecléctico, lo inesperado y lo falso de la naturaleza humana. Ambientada todavía en un mundo sin la plaga del internet y los teléfonos celulares, Paraiso Travel profundiza en un discurso que explora en la angustia, la soledad y los sueños rotos que les estallan en las manos a millones de migrantes sudamericanos. En su incansable búsqueda, Marlon envía mensajes por la radio local a Reina, un acto inocente y romántico, que contrasta en la actualidad viciada de datos de la era tick tock/Instagram.

En 2018, al cumplirse 10 años del estreno de Paraiso Travel, el canal RCN de la televisión colombiana lanzó la serie basada en el libro y la película, una ambiciosa producción de 72 episodios bajo la dirección de Felipe Cano y Catalina Hernández, serial que retoma y expande el universo migratorio Medellín-New York City.  El filme de Simón Brand, es un digno representante del cine colombiano que lleva décadas buscando un lugar en la cinematografía mundial. Paraiso Travel resulta al final una mirada honesta a las aspiraciones de una sociedad que siempre levanta la vista al norte del continente, queriendo encontrar esperanza y mejores oportunidades para una vida mejor, lejos de la miseria que sigue atormentando a Sudamérica. Desafortunadamente, para los migrantes es común encontrarse con el lado más oscuro del sueño americano. Reina, termina convirtiéndose en la personificación de ese sueño que se vuelve pesadilla.

 

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