‘‘THE WHALE’’, ¿tú cómo afrontas el dolor?

Darren Aronofsky ha sido un director que no se maneja en las medias tintas, a estas alturas se podría decir que o se le ama o se le odia. Desde sus inicios con ‘‘Pi’’ (1998) ha sido celebrado por la crítica y los galardones con películas como ‘‘The Wrestler’’ (2008), ‘‘The Fountain’’ (2006) o ‘‘Black Swan’’ (2010), por el público y el culto con ‘‘Requiem for a Dream’’ (2000), pero también vapuleado por todos por películas como ‘‘Noah’’ (2014) y ‘‘Mother!’’ (2017). Entre sus sellos distintivos se pueden mencionar la fijación que tiene por el retrato oscuro de la psique humana y el juego entre la lucidez y la alucinación también llevado a una conducta descarrilada; el uso intenso de metáforas y simbolismos acertado para muchos y malogrado para otros; protagonistas potentes que difícilmente demeritan ante la historia y regularmente es uno de ellos quien carga con todo el peso en sus hombros hasta que la debacle lo consume y, mi elemento favorito, la búsqueda de actores regularmente ubicados en la comedia para otorgarles un matiz completamente opuesto a lo usual, como ha sido el caso de Marlon Wayans, Kristen Wiig y ahora Brendan Fraser, quien también conjunta el efecto sucedido con Mickey Rourke en ‘‘The Wrestler’’ logrando una nominación al Oscar a Mejor Actor después de ver ensombrecida su carrera por diversos motivos, pero lo de Brendan lo tocaremos más adelante.

 

‘‘The Whale’’, su más reciente trabajo, ha sido una película que, para no variar, ha dividido opiniones en todos los niveles, principalmente con referencia al mensaje que proyecta de inicio y el que deja al final para llevarnos a casa. Pareciera que cuesta trabajo verla como un todo y diseccionar las dimensiones que ofrece a lo largo de sus dos horas en esta época de sentencias inmediatas y adjetivos categóricos.

‘‘La Ballena’’, título en español, sí es una historia desoladora que monta en pantalla el guion adaptado de Samuel D. Hunter en el que se despliegan los diferentes estilos de afrontamiento que sus personajes -y cualquiera de nosotros- tienen ante el dolor, la perdida, el duelo, la depresión, el abandono y el rechazo como respuestas absolutamente personales al sufrimiento. Nos cuenta la historia de Charlie (Brendan Fraser), un profesor en línea que mantiene su obesidad mórbida oculta del mundo exterior tras ser consumido por la depresión al haber perdido a su pareja. Las únicas personas con las que interactúa son su enfermera Liz (Hong Chau), un misionero que lo encuentra casi accidentalmente llamado Thomas (Ty Simpkins), el chico que entrega las pizzas y cuya genuina preocupación se ve truncada por la puerta de entrada llamado Dan (Sathya Sridharan), y de vez en cuando su hija Ellie (Sadie Sink).

 

A lo largo de la película vemos las dificultades con las que Charlie existe, no podría decir que ‘‘vive’’, dentro de su casa debido a su obesidad ya que carga no solo con el peso de su cuerpo, carga con el peso de su propia vida. A pesar de ello, se deja ver al hombre buscando dar el amor del que él se cree inmerecedor y alimentando en otros la libertad que él no puede tener.

Charlie, como los demás personajes, es una persona con vacíos emocionales que se rinde ante un concepto introyectado de un ensayo sobre ‘‘Moby Dick’’ con el que tiene una fijación emocional y en el que se entiende que su imagen anula sus emociones, por lo que ha recurrido al aislamiento y sedentarismo con atracones que resultan dolorosos de ver para afrontar la depresión, el duelo y el rechazo. Por otro lado, Liz, su enfermera, comparte el mismo duelo tras perder a su hermano Alan, pareja de Charlie, pero ella lo afronta de una forma relativamente adaptativa con la sobrecompensación a través de la ayuda casi desmedida que le ofrece a Charlie para mantenerlo con vida, quizás para mantener viva una parte de su hermano.

 

Por otra parte, tanto Ellie como Thomas y Mary (Samantha Morton), la ex de Charlie, recurren a la evitación como estilo de afrontamiento ante el abandono que siente una hija por parte de un padre que busca llenar esa ausencia con dinero y que desencadena el comportamiento más problemático en una adolescente; el rechazo de unos padres y de una congregación por consumo de drogas y diferencias ideológicas que terminan en un robo y una huída; e igualmente la pena ante el abandono de una expareja que termina ahogándose en alcohol. Todos son personajes heridos que encadenadamente se enferman unos a otros porque cuando se enfrenta un problema de salud física o mental no se enferma únicamente el portador, sino que todo su entorno enferma con él.

Con un montaje escénico que remonta a la puesta teatral en la que está basada, recursos técnicos como la pantalla en 4:3 para generar un ambiente asfixiante en el que todos los personajes están atrapados y nos invitan a estar encerrados con ellos, y precisamente una ambientación lluviosa y melancólica que deja salir el sol justo cuando tiene que salir, sin revelar mucho, ‘‘The Whale’’ tiene un guion con altibajos que por momentos se torna denso debido al drama adolescente que quizás dura más de lo apropiado, pero que a su vez ayuda a cimentar ese magnífico final que lleva a la película a terminar en una nota positiva si lo vemos desde lo que hace Guillermo del Toro con sus protagonistas, por ejemplo.

 

Y regresando al trabajo de Brendan Fraser, Aronofsky fue bastante inteligente al elegirlo como su nuevo protagonista, ya que conjuga la historia del actor segregado por la industria por razones tan terribles como lamentables con la del actor carismático y queridísimo por el público para poder personificar a este personaje al que se busca ayudar para cargar su desolación. Ante esto muchos han reaccionado con términos como «sentimentalismo fácil» o similares, y quizás tendrían razón si Brendan no hubiera estado tan a la altura de lo que el personaje le exigía y que lo hará ganador del Oscar a Mejor Actor en los próximos días; sin embargo, quien tiene un trabajo destacable debido a la fuerza tan sutil que proyecta en cada escena y a las emociones contenidas que están todo el tiempo latentes a punto de la explosión, es Hong Chau como la devota enfermera.

Mucho se suele preguntar si una película está «recomendada» o no, personalmente no gusto de recomendar películas porque, para estar acorde, nuestro estilo de afrontamiento ante las ficciones también es diferente de acuerdo a nuestros distintos bagajes personales, no todos conectamos de la misma forma con todas las películas, pero en este caso y lejos de ser una atracción de feria, ‘‘La Ballena’’ despliega justamente esas distintas respuestas que cada uno de nosotros presenta ante el sufrimiento. Lo mejor, para mí, siempre será ver y con base en eso formular la opinión propia, pero bueno, la interpretación depende del ojo que la mire y la historia de vida detrás.

 

Si es que nos interesa sumergirnos en ese lado oscuro que todos tenemos pero que muchas veces nos negamos a ver, hasta en ficción, y no nos da miedo conectar con esas emociones inherentes pero negadas por considerarlas ‘‘oscuras’’, ‘‘The Whale’’ está esperando ya en las carteleras de cine.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *