«Love & Death»; Candy Montgomery y la mística de la feminidad

Este jueves 25 de mayo se estrenó en HBO Max el último capítulo de Love & Death, la miniserie protagonizada por Elizabeth Olsen. Esta producción relata el caso real de Candy Montgomery, también conocida como «la asesina del hacha». Fue a finales de los años 80 cuando esta mujer, que residía en el estado de Texas, mantuvo un amorío con el esposo de su amiga, Betty Gore, llamado Allan Gore. A pesar de que su relación terminó el año siguiente, en junio de 1980, Candy asesinó a la esposa de su amante con 41 hachazos.

Cuando los vecinos de Betty Gore encontraron su cuerpo, nadie tenía idea de lo que había sucedido. La policía ni nadie sospechaba de Candy, hasta que se descubrió su pasada aventura con Allan y analizaron sus huellas digitales, las cuales eran iguales a las que se encontraron en la escena del crimen. Candy confesó, entonces, que fue Betty quien la atacó primero con el hacha después de preguntarle si había tenido un romance con Allan. No obstante, la brutalidad del asesinato hacía difícil concebirlo como un acto de autodefensa.

Fue así que, después de una sesión de terapia de hipnosis, un especialista determinó que Candy se encontraba en un estado disociativo al momento de su confrontación con Betty. Esto dado que tuvo una regresión a un trauma de la infancia. Al final, Candy Montgomery fue encontrada «no culpable» por parte del jurado. Sin embargo, este caso fue muy controversial en aquella época. Ella era un pilar de su comunidad, admirada por todos, parte del coro de la iglesia. Vivía la fantasía suburbana completa, con todo y casa de cerca blanca. ¿Cómo era posible que una mujer blanca, devota y con una familia perfecta fuera capaz de semejante violencia? 

Hablemos de Betty Friedan y la mística de la feminidad

Cuando los hombres se marcharon a luchar durante la Segunda Guerra Mundial, las mujeres estadounidenses se quedaron encargadas de mantener la economía de su país. Esto significó la apertura de un gran número de oportunidades laborales y académicas, las cuales les fueron arrebatadas una vez que el conflicto bélico se dio por terminado y ellos regresaron a casa. Fue entonces que la narrativa cambió, ahora lo que se necesitaba de ellas era que fueran el premio al final del camino. Su deber era ser madres y esposas.

Betty Friedan estudió en Smith University y se graduó con las mejores notas de la carrera de psicología social con un premio literario por sus escritos en el periódico universitario. Sin embargo, decidió rechazar una beca de investigación para trabajar y formar una familia. Consiguió su sueño hasta que la despidieron de su trabajo debido a su segundo embarazo. Entonces, optó por escribir artículos de manera freelance y poco a poco comenzó a sentirse insatisfecha con su vida e, incluso, llegó a tener ataques de pánico. Tenía la vida perfecta que deseaba toda mujer estadounidense, ¿por qué no se sentía realizada? 

El problema que no tiene nombre

Esta inquietud para entender el mal que la aquejaba la motivó a escribir y publicar La mística de la feminidad, su libro más famoso, el cual es ahora un texto seminal de la teoría feminista. En él, descubre no ser la única mujer en aquella época que se sentía de esa manera. De hecho, muchas amas de casa sufrían de depresión y ansiedad, pues tenían la idea de que algo debía estar mal con ellas si no se sentían felices cuando tenían la vida que los medios representaban como ideal para cualquier mujer. Friedan llamó a este fenómeno «el problema que no tiene nombre» y encontró que era un síntoma de «la mística de la feminidad»; ella escribe:

La mística de la feminidad afirma que el valor más alto y la única misión de las mujeres es la realización de su propia feminidad. Asegura que esta feminidad es tan misericordiosa e intuitiva y tan próxima a la creación y al origen de la vida que la ciencia creada por el hombre talvez nunca llegue a entenderla. Pero por muy especial y diferente que sea, no es en manera alguna inferior a la naturaleza del hombre; incluso puede que sea, en algunos aspectos, superior. El error, afirma esta mística, la raíz de los problemas de la mujer en el pasado, estriba en que las mujeres envidiaban a los hombres, intentaban ser iguales que ellos, en vez de aceptar su propia naturaleza, que sólo puede encontrar realización en la pasividad sexual, en el sometimiento al hombre y en consagrarse a la crianza de los hijos.

Es importante mencionar que el texto de Friedan ha sido ampliamente criticado por no tomar en cuenta las experiencias de las mujeres de color. No obstante, encuentro pertinente utilizarlo para explorar el caso de Candy Montgomery, una mujer blanca de clase media. Además, aunque este sucedió casi treinta años después de la publicación de La mística de la feminidad, también ocurrió en una comunidad sumamente conservadora.

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El caso de la asesina del hacha

De acuerdo con el diagnóstico del especialista que trató a Montgomery durante el juicio, el recuerdo que detonó Betty Gore durante aquel fatídico altercado sucedió cuando Candy tenía cuatro años. Después de perder una carrera en contra de un niño que hizo trampa, la pequeña aventó un vaso de cristal a causa del coraje. Entonces, su mamá la llevó al hospital, pero ella no dejaba de gritar porque estaba preocupada y no le dejaba de salir sangre. En respuesta, su mamá le indicó que se callara, diciéndole «sshhh, qué van a pensar los doctores de ti».

Los primeros capítulos de Love & Death se enfocan en mostrar la vida cotidiana de Candy Montgomery y el matrimonio Gore. Todos ellos partícipes activos de su comunidad y de su congregación, familias de clase media modelo. A pesar de esto, es claro que Candy se esfuerza por mantener una buena imagen, pero se encuentra insatisfecha. Su esposo no le presta atención y no hay nada en su vida que le proporcione emoción. Es así que, cuando choca contra Allan Gore durante un torneo de volleyball, comienza a sentirse atraída por él y le propone la idea de tener un amorío.

Cuando su crimen sale a la luz, sorprende sobremanera al público, pero no sólo por la naturaleza del crimen, sino que también la de su perpetradora. Candy había ido en contra de la mística de la feminidad de manera radical. Su relación con Allan Gore había revelado su falta de pasividad sexual; además, claro, de significar una traición a la sacredad de su matrimonio. Uno de los argumentos del Estado en su contra era que había dejado sola a la hija más joven de los Gore después de haber matado a Betty, lo cual no era propio de una madre devota. Asimismo, no había nada en «matar a tu ex-amiga de 41 hachazos» que dejara entrever una «feminidad misericordiosa».

Elizabeth Olsen: Love and Death Killing, Hypnosis, Aftermath for Candy – The Hollywood Reporter

«SSSSHHHH»

La defensa de Candy ganó el juicio argumentando que ella, simplemente, colapsó. El Estado, en cambio, se aferraba a la idea de que era absurdo matar a alguien por algo que sucedió hace tanto tiempo, una pequeñez. Sin embargo, la serie muestra que Montgomery vivió una vida de represión. Su madre le enseñó que debía de mantener las apariencias sobre cualquier cosa sin importar las circunstancias. También le enseñó que las emociones son feas y desagradables.

La mística de la feminidad no sólo reforzaba estas creencias, sino que le decía que no podía encontrar satisfacción más allá de su matrimonio y sus hijos y que tener inquietud por algo más era, también, desagradable. No suena tan descabellado, pues, que la adrenalina de ver su vida amenazada haya detonado todo lo que había contenido por tantos años. Toda su vida había sido un «sssshhhh» inescapable.

Decir que la estoy justificando o no sería demasiado simple. Lo cierto es que lo ocurrido aquel viernes 13 de junio de 1980 en Texas es más que un caso aislado de una mujer que se volvió loca y decidió matar a una vieja amiga. En cambio, es un síntoma de un problema más grande que aqueja a la sociedad estadounidense, pero que no se limita del todo a ese contexto. De cierta forma, dos mujeres perdieron la vida a causa de las ideas represoras de la época. 

Mejor de lo que esperaba

La verdad es que empecé a ver Love & Death esperando la típica serie de true crime que glorifica la violencia. Me alegra decir que me llevé una gran sorpresa, pues, aunque sí sigue la estructura y contiene tópicos del género, es una producción destacable que invita al diálogo gracias a su subtexto feminista. Además, cabe destacar que, como muchas de HBO, cuenta con grandes actuaciones, especialmente por parte de Elizabeth Olsen, que nunca decepciona, y Tom Pelphrey, quien interpreta al abogado de Candy Montgomery, Don Crowder. Recomendable para todos los fans de Olsen, los thrillers y el true crime.  

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