«Lady Bird»; Cómo Greta Gerwig crea un espejo para madres e hijas

Lady Bird fue el debut como directora de la reconocida Greta Gerwig; por la cual, además, fue nominada a los premios Oscar. Protagonizada por la popular dupla de Saoirse Ronan y Timothee Chalamet, aquí seguimos a Christine, una joven rebelde que busca abrirse paso y encontrar su propio lugar en el mundo. Por esto, la vemos navegar su último año de preparatoria entre amores, amistades y una complicada dinámica familiar que se centra en la relación con su madre, interpretada por Laurie Metcalf.

Así, esta película brilla por cómo retrata los claroscuros que existen dentro de los aspectos íntimos de esta conexión entre dos mujeres. Es decir, la historia se desenvuelve principalmente en los espacios privados relacionados con la cotidianidad y la feminidad; tales como cocinas, recámaras, baños e incluso probadores de ropa.

Vemos a la joven Lady Bird y a su madre conversar de forma amena, discutir y pelear de tal manera en la que sólo ellas se entienden.  En consecuencia, el resto de los personajes existen únicamente alrededor del núcleo emocional que crea esta conexión tan peculiar.

Desde lo personal

Así, llego al punto por el cual decidí hablar de Lady Bird ahora; esto es, que mi relación con ella ha cambiado a través de los años. La primera vez que la vi no me causó una gran impresión, ya que fallé en reconocer que lo que la hace extraordinaria proviene de la simpleza de su trama. Sin embargo, siempre existió algo que me hacía querer regresar a ella. No entendía exactamente que era hasta hace poco, gracias a una conversación que tuve con mi terapeuta.

Entendí, pues, que lo que me liga a esta cinta es la forma en la que refleja mi propio sentir en cuanto a mi relación con mi mamá. Nos veo en la escena inicial en la que su discusión culmina con la protagonista saltando del auto, así como en la que esta le pregunta ¿»Qué tal si esta es la mejor versión de mí misma?», o, posteriormente, ¿»Nunca te fuiste a dormir sin doblar tu ropa y deseaste que tu mamá no te regañara por ello»?

Pero, asimismo, nos veo en la escena en la que Lady Bird rompe a llorar en los brazos de su madre después de que un chico la decepcionara y, también, nos veo en la secuencia final en la que ambas se deben separar porque dicha ruptura, aunque dolorosa, es necesaria.

Por esto, cuando mi psicólogo me dijo que le habían llamado la atención las contrastantes emociones que se mostraban (es decir, la manera en la que estas cambiaban de forma tan radical de una escena a otra), me di cuenta de que eso era tan familiar y estaba tan normalizado en mi vida que jamás había considerado que hubiera sido una elección hecha por la misma Gerwig.

La dualidad de la relación con nuestras madres, según Greta Gerwig

Estos altibajos y marcados contrastes se abordan directamente en un diálogo entre Christine y el personaje de Danny, quien le dice que su mamá «es cálida y al mismo tiempo asusta». Dichas palabras, en mi opinión, describen perfectamente la relación entre hijas y madres. Es decir, nuestras mamás son el refugio al que podemos acudir cuando nos sucede algo relacionado con ser mujer, pero pueden llegar a ser las presencias más agobiantes y demandantes en nuestras vidas.

Por estas razones, considero que la experiencia de ver Lady Bird es sumamente emocional; lo que, en mi opinión, resguarda lo que es precisamente su mayor mérito: ser un espejo para madres e hijas.

 

 

 

 

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