Cosas imposibles: lo improbable que nos regala la vida

El multipremiado director mexicano Ernesto Contreras (1969, Veracruz), después de tres películas de ficción : Párpados Azules (2007), Las oscuras primavera (2014) y Sueño en otro idioma (2017); un documental Seguir siendo: Café Tacvba (2010); y algunas series como: El Chapo (2017), Falco (2018) y Asesino del Olvido (2021); nos entrega su quinto largometraje: Cosas Imposibles (2021), un drama que narra el encuentro afortunado de Matilde (Nora Velázquez) y Miguel (Benny Emmanuel), habitantes solitarios, invisibles y distintos, como la mayoría de los personajes de Contreras, de la Unidad Habitacional Iztacalco de la Ciudad de México. Ambos viven sus vidas con cierta cotidianidad y monotonía hasta que comienzan a presentarse sucesos improbables, como la amistad, el entendimiento y la complicidad entre una mujer de la tercera edad y un joven, que puede darse a pesar de la llamada «brecha generacional»; o que la “locura” puede ser un medio para recuperar el equilibrio y lograr un grado de bienestar.

Este film presenta no sólo hechos difíciles de creer, también imágenes poco comunes propias de la locación: la Unidad Habitacional Iztacalco que en los años setenta tuvo un lago al frente y que actualmente, está muy próxima a una iglesia católica dedicada a San Felipe de Jesús que tiene aspecto de pagoda budista. Así, la ciudad de México también se convierte en protagonista de esta película, lo mismo que sus tianguis, supermercados, ferias, calles y graffitis, locaciones en las que se mueven los personajes a quienes Contreras coloca en situaciones que evidencian los estereotipos y prejuicios imperantes en nuestra sociedad y que por su arraigo y rigidez nos hacen juzgarlos a ellos (as) y sus acciones, por anticipado.

La historia se nos narra en orden lineal, principalmente, y da seguimiento al encuentro de Matilde y Miguel, aunque incluye algunos flash backs, que nos permiten entender, más claramente, los conflictos de ella, por ejemplo, aquel que nos muestra que en algún tiempo lejano Matilde y Porfirio estuvieron enamorados y felices. La música original de la autoría de Andrés Sánchez y Gus Reyes, también evoca emociones, mayormente positivas de amor y esperanza, lo mismo que aquellas canciones de catálogo en las voces de Angélica María (El día, 1964) y Marco Antonio Muñiz , quizá por eso se ha catalogado como fell good movie.

Encuentros improbables

El film abre con la voz de Marco Antonio Muñiz interpretando El despertar (de la autoría de la actriz Martha Roth y el músico Rubén Fuentes), mientras vemos un plano general aéreo de la Unidad Iztacalco en color morado, para después presenciar uno de los primeros hechos improbables: un crooner (Ari Gallegos), vestido en color verde, cantando en la azotea de uno de estos edificios, cabe decir que estos colores predominan en la paleta de esta película. Después se nos presenta, con luz más tenue, a los protagonistas Matilde y Miguel, sumidos en la desesperación y la desesperanza, lo que contrasta con los primero que escuchamos y vemos, y que sin duda nos recuerda los números musicales de Dancer in the dark (Lars von Trier, 2000, Dinamarca), que en los momentos más difíciles para la protagonista, Selma, ocurren en su imaginación y para quien mira el film y hace más llevaderos los conflictos, lo mismo sucede en esta película. Entonces entendemos que ambos buscan salir de las situaciones que los aquejan, pero como le sucede a muchos ancianos(as) y adolescentes en esta ciudad, ambos carecen de redes de apoyo que les permitan enfrentar de una mejor manera la soledad, la pobreza, la marginación, el olvido, las violencias y el rechazo social.

La amistad intergeneracional

Destaca el vínculo emocional que se va estableciendo entre Matilde y Miguel, una mujer de la tercera edad con secuelas psicológicas por la violencia que ha recibido de su esposo Porfirio (Salvador Garcini) que sólo aparece cuando «todo va mal», y Miguel un joven de 19 años que sobrevive como puede después de que su madre decide regresar a su pueblo con su novio. Ambos solos y después en compañía, se enfrentan a las vicisitudes propias de cada uno, manteniendo en privado aspectos de sus vidas que les parecen inconfesables y vergonzosos. A diferencia de films como Guten Tag, Ramón (Jorge Ramírez, 2013, México), en el que existe cierta cercanía emocional entre ancianos(as) y jóvenes; la historia que nos propone la guionista Fanie Soto, presenta personajes que se relacionan de forma más íntima, hay complicidad, empatía y apoyo de forma horizontal, en la que otras categorías como raza, clase o edad,  no parecen tener relevancia. Tal como lo vemos en la escena en la que Miguel invita a Matilde a lo que se asemeja a una terapia de choque: golpear un poste con un bat, propiedad de su esposo Porfirio, para descargar la ira y la frustración, pues a decir de él este objeto resultaba más valioso que Matilde; así la vemos, con cierta satisfacción, liberarse de emociones que hasta entonces la agobiaban tremendamente.

La violencia de género presente a cualquier edad

Es fácil traer a la mente, para intentar hacer un contraste, con El diablo entre las piernas (Arturo Ripstein, 2019, México), que aborda el tema de la vejez y la sexualidad en esta época de la vida y temas que también aparecen como relevantes en Cosas Imposibles, la violencia de género y el machismo en nuestra cultura y sociedad. En ambas historias, el marido agobia  y violenta a “su” mujer durante años con reclamos, insultos, golpes, menosprecio y vejaciones. En la primera, se muestra con mayor sordidez y detalle estos actos que suceden en parejas de la tercera edad (de cualquier edad); mientras que en la segunda, se muestran las posibles secuelas que ésta deja después de décadas, casi una vida, de padecerla cotidianamente.

Así, con la intención de mencionar una de las secuelas que con mayor frecuencia se identifican en aquellas mujeres que padecen violencia de género, traemos a cuenta el Trastorno de Estrés Postraumático (TEP), ente clínico que se desarrolla ante eventos que implican una amenaza directa o indirecta para la vida o bienestar de una persona y la manera en que ésta responde con temor, desesperanza y horror intensos, y aquellos signos más característicos que son: la rememoración de la(s) situación(es) traumáticas, las pesadillas, la ansiedad ante los recuerdos, la culpa y las alucinaciones, éstas últimas vistas también como un mecanismo que busca restablecer el equilibrio; es decir, lo anterior como una posible explicación a los “delirios” que sufre Matilde (y que en cierta manera la audiencia comparte), de los cuales se avergüenza y que Porfirio le hace creer que son herencia de su padre. Pues con frecuencia las enfermedades mentales que padecen las mujeres se adjudican a la herencia genética, ocultando que la violencia de género que algunas de ellas viven día con día, en muchos casos son la causa de padecimientos como la depresión, el estrés o la ansiedad.

Dejar atrás lo que era gris…

Finalmente, Matilde y Miguel, después de muchas vicisitudes, al montar un negocio en común muy particular y de compartir lo inconfesable, se hace posible para ambos: Sentir de pronto amanecer, con una inmensa claridad… pues para dar paso a lo improbable que la vida nos brinda se hace necesario confrontarse con uno(a) mismo(a), aceptar y dejar ir el pasado para que ya no lastime, y reconstruir el presente desde otro lugar físico o emocional.

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