El cine de terror es uno de los géneros más antiguos en la historia del cine. Pocos entienden qué es lo que mueve a las masas a pagar por ser asustadas, pero es innegable que este género cuenta con un importante número de seguidores.
A diferencia del drama, el western, el musical o la ciencia ficción, el cine de terror consigue en el espectador reacciones que casi ningún género alcanza, explorando temas tan distantes como los clásicos monstruos en Nosferatu (1922, F.W. Murnau), los asesinos seriales en La Masacre de Texas (1974, Tobe Hooper), los poderes paranormales de Carrie (1976, Brian de Palma) o los fantasmas de Los Otros (2001, Alejandro Amenábar).
Sin embargo, las siguientes cinco cintas se han ganado su inmortalidad debido al contundente terror psicológico que logran inyectar en el espectador.
Psicosis. (1960) Dir. Alfred Hitchcock.
Desde su macabra banda sonora, hasta su desconcertante final, esta obra cumbre del maestro del suspenso aportaba un nuevo factor al género: la muerte de la protagonista justo a la mitad del metraje, algo jamás intentando antes. La brillante secuencia de la regadera es todo un icono del género, combinando gritos, agua, sangre, una cortina que se cae en pedazos, un cuchillo que no se detiene y unos impresionantes violines como música de fondo.
El Resplandor. (1980) Dir. Stanley Kubrick.
Kubrick hizo de la novela “The Shinning” de Stephen King un verdadero laberinto psicológico de terror. Gracias a la soberbia actuación de Jack Nicholson, como un tranquilo padre de familia que de repente enloquece y trata de matar a los suyos, persiguiéndolos dentro de un hotel abandonado. Las alucinaciones del protagonista y su pequeño hijo no sólo desconciertan al público, también lo aterran.
El Bebé de Rosemary. (1968) Dir. Roman Polanski.
La musa favorita de Woody Allen, Mia Farrow, es sumergida a una auténtica pesadilla satánica por el director de El Pianista (2002). La protagonista descubre que hay un complot en su contra debido al bebé que espera, del cual es cómplice su doctor e incluso su propio marido. Todo parece indicar que ella dará a luz al hijo del anticristo. Basada en la novela homónima de Ira Levi, el final de esta cinta es de antología.
Réquiem por un Sueño. (2001) Dir. Darren Aronofsky.
Ejemplo de la forma en la que un profundo drama humano puede mutar y convertirse en una aterradora película. Aquí no hay fantasmas, monstruos, ni asesinos dementes, en esta cinta las adicciones y sus estragos se encargan de atormentar a los protagonistas de una forma muy humana, pero a la vez aberrante, internándolos en un profundo laberinto del que cada vez les será más difícil salir. Lo peor del caso, será saber que el daño en realidad se lo hacen ellos mismos y nadie más. Maravillosa la banda sonora, las actuaciones y la rápida edición.
El Exorcista. (1973) Dir. William Friedkin. Es sencillamente una de las películas más vistas en toda la historia, misma que con su particular forma de abordar el tema diabólico consiguió un terror diferente y estilizado para el tiempo en el que fue estrenada. Una posesión diabólica, una tierna niña, un sacerdote novato y otro veterano, una madre desesperada y unas secuencias que le quitan el aliento a cualquiera, han hecho de esta cinta un clásico indiscutible, tanto, que incluso hace unos años fue reestrenada en todos los cines del mundo.
Anexo: La peor tomada de pelo.
El Proyecto de la Bruja de Blair. (1999) Dir. Daniel Myrick. Un montón de tomas fuera de foco, absurdas persecuciones con cámara en mano, gritos e incertidumbre: todo eso constituye a la cinta de terror más sobrevalorada de la historia. Acompañada de una fuerte campaña publicitaria, en su estreno fue un rotundo éxito, incluso se le llegó a llamar “un nuevo clásico”. Quizá, lo más relevante venga en sus últimos 5 minutos. Nada más.
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