La Séptima Pantalla

‘Red Rocket’ (2021) de Sean Baker: La pesadilla del sueño americano…

El trabajo fílmico del director estadounidense Sean Baker ha destacado en los últimos años por ese necesario e incisivo gusto en poner el foco sobre los lugares olvidados de Estados Unidos. Aquellos sucios rincones lejos de la elegancia de Walt Disney World, Manhattan o Washington D.C., en donde extraños personajes avanzan entre las disyuntivas propias de la América profunda. El cine de Baker insiste en mostrar el lado oscuro del sueño americano, con una realidad que retumba en cada secuencia, mostrándose como una de las voces independientes más fuertes del momento.

Red Rocket (2021) es una divertida comedia que combina varios elementos con un resultado inesperado: industria del porno, una sociedad traicionada por los políticos, tiendas de donas, venta de drogas, accidentes de coches y la Lolita de Nabokov. Mikey Saber (Simon Rex, legenda real del cine para adultos) es una exestrella pornográfica en decadencia que huye de California hacia su natal Texas con la firme idea de comenzar de nuevo. La comunidad lo rechaza y pronto se da cuenta que nadie lo extraña. En plena caída emocional y financiera, conoce a una jovencita llamada Strawberry (Suzanna Son), la empleada de una tienda de donas, quien le inyecta la vitalidad y motivación necesaria para planear un futuro extraordinario a cualquier costo.

Los momentos más oscuros de la película, se difuminan gracias a un guion que nunca deja de ser entretenido y, sobre todo, hilarante. De forma tramposa pero innegablemente divertida, el director y guionista consigue que el espectador empatice con Mikey ante cada extravagante acción, que va creciendo como bola de nieve en intensidad; un perdedor, abusivo, mediocre y simpático protagonista que deambula con la suerte que el destino le permite, hasta que un evento fortuito lo cambia todo. Mikey encanta y asusta al mismo tiempo: representa el lado más tenebroso del sueño americano, aquel que busca triunfar de forma rápida y contundente, sin importar las personas y consecuencias que vayan quedando de lado.

La estética de Red Rocket es otro factor determinante para entender el discurso de Sean Baker. Los colores pastel que ya había utilizado en la gloriosa The Florida proyect (2017), en ese desconcertante y siniestro hotel color violeta, aquí de nueva cuenta contrastan entre las oscuras acciones de los personajes y sus entornos de cuento de hadas. La tienda de donas, con sus multicolores y olor a café recién hecho, es el escenario en donde se gesta la cuestionable relación entre una adolescente y un hombre mayor, que, además, estuvo dentro de la industria del porno. Sin embargo, Baker y el cinefotógrafo Drew Daniels filman las secuencias con una naturalidad paulatina que va creciendo en energía mientras Mikey se sale con la suya. Lo mismo sucede con la encantadora casa de la joven Strawberry, en donde la pareja pasa un idílico fin de semana. La paleta de color manipula para pensar que se está dentro de un inocente cuento romántico, pero la durísima realidad de las acciones de los personajes poco a poco los va consumiendo.

En los trabajos anteriores del director, si Starlet (2012) era un drama sobre una amistad inesperada, mientras Tangerine (2015) presentaba una búsqueda por encontrarse a sí mismo y en The Florida proyect se diseccionaba la infancia en un territorio hostil, el trabajo más reciente de Baker tiene que ver con la habilidad para saltar obstáculos de un personaje central al que todo le sale mal, aunque él piense que todo va de maravilla. La canción Bye Bye Bye (2000) del grupo pop Nsync, se convierte en el himno que atraviesa todo el metraje de Red Rocket, una melodía de principios de los 2000 que aquí es utilizada de forma irónica al inicio, clímax y en los truculentos últimos minutos de la película, con el protagonista corriendo desnudo en medio de la noche y de la América profunda que no muchos quieren ver, pero existe.

La fantasía ante una realidad oscura y el egoísmo de la naturaleza humana por “volver a comenzar” sin importar lo que se deja detrás, terminan siendo los ejes narrativos centrales de una película con sabor indie que divierte y provoca una reflexión sobre qué tanto los minuciosos planes pueden irse por la borda ante eventos que no se pueden controlar. Al final, lo que para un personaje puede significar la redención, para otro puede volverse el inicio del descenso al infierno, cuando el sueño se convierte en pesadilla.

Red Rocket estuvo dentro de la selección oficial del pasado Festival de Cannes y se estrena en salas mexicanas el próximo 21 de abril.