La Séptima Pantalla

Panquiaco: El reflejo del alma habita en el agua.

Cebaldo, un solitario y triste ayudante de pescador, trabaja en el norte de Portugal añorando su tierra natal. Sufre de nostalgia, lo que lo empuja a realizar una travesía física y espiritual hacia un pasado que ya no existe.

La mirada de la directora Ana Elena Tejera en Panquiaco es cíclica. Igual que el viaje de su protagonista Cebaldo: empieza y termina con un baño. Durante todo el film, el sonido constante y contundente del agua recuerda la vida y la naturaleza. ̈El reflejo del alma habita en el agua ̈, afirma en cierto momento un subtítulo, dejando en claro la importancia del vital líquido en el relato.

En esta arriesgada y nada convencional propuesta de híbrido entre documental y ficción, hay dos constantes: la nostalgia y el baño medicinal de plantas, una cura para el alma desde la infancia misma. Y será esta inmersión, la que sirva como puente entre presenta y pasado, realidad y ficción, en el viaje del protagonista.

Guna Yala, una comarca indígena de Panamá, es el lugar que Cebaldo sueña y extraña. Es el rincón colorido, lleno de rituales, de colores y sonidos que para él representan un pasado inolvidable de una vida a la que desea volver.

Y es que el título ̈Panquiaco ̈, hace referencia al hijo del cacique Comagre, quien según los relatos orales indígenas y las crónicas coloniales, fue responsable de mostrar el camino al Mar del sur al conquistador Vasco Nuñez de Balboa, que buscaba oro y riqueza.

Panquiaco, al ver el desenfreno y voracidad de los conquistadores, decide hablarles sobre un lugar al sur, en donde sobra el oro. Aunque les advierte que llegar ahí no será fácil. Afligido por traicionar a su tribu, se entrega al mar, que para muchas etnias indígenas, es el origen de todo. Cebaldo también se entrega al agua, en su afán de curarse, de sanar y volver al pasado.

La directora Tejera desnuda con su cámara a su protagonista, física y espiritualmente, quedando en evidencia la enorme tristeza que Cebaldo lleva en sus hombros, siendo el reflejo de todos los pueblos indígenas y sus rituales, olvidados. Como olvidado a veces es el origen mestizo de Panamá y la creación de una falsa identidad hacia los Estados Unidos.

El contraste de la aflicción de Cebaldo son los coloridos paisajes naturales y la representación de alegres rituales indígenas, en donde resalta el interés de la directora por mostrar las raíces de su cultura. Es ahí, en esos hermosos clips, filmados en otro formato, en donde sonidos y colores explotan en la pantalla.

Estrenada en el Festival de Cine de Rotterdam, con 80 minutos de duración, el film avanza en un ritmo pausado, sin prisas, mostrando en las primeras secuencias el gris de la vida de Cebaldo, mientras se desempeña como pescador: aburrido, pensativo, escapando constantemente de la realidad.

Es en su segunda parte, en donde la película adquiere tintes melancólicos imparables. Por medio de planos fijos, cambios de formato y una edición delicada, Ana Elena Tejera se empeña en crear una poesía cinematográfica que revienta en esos sentimientos que cualquier espectador ha tenido: volver al pasado, volver a casa. Un lugar que ya no existe más.

Y es que físicamente, es posible viajar a lugares del pasado, pero todo el entorno, las personas que ahí habitaban, incluso los objetos o sabores, cambian. Todo cambia. El tiempo lo destruye todo. Para bien o para mal. Y es esa la esencia de ̈Panquiaco ̈. La imposibilidad de volver atrás.

No es casualidad que el primer y el último plano del personaje de Cebaldo y su inagotable tristeza, sean planos fijos y tengan como elemento el agua que baña, que sana. A veces, la resignación es el único camino posible.

Ficha técnica

Película: Panquiaco
Director: Ana Elena Tejera
Año: 2020
País: Panamá
Guion: Ana Elena Tejera
Fotografía: Mateo Guzmán Sánchez
Editor: Lorenzo Mora, Ariadna Rivas, Ana Elena Tejera Productor: María Isabel Burnes                                             Actores: Cebaldo de León, Fernando Fernández

Sinopsis: Cebaldo trabaja como auxiliar de pescador en el Norte de Portugal. Melancólico, añora su tierra en Guna Yala, Panamá. Pronto, iniciará un viaje en su afán de volver a un lugar que quizá ya no exista.