Uno de los términos más populares actualmente es el de la “ira femenina” o “female rage” en inglés. Este se utiliza especialmente para hablar de personajes femeninos. Entre las listas de películas que encabezan este fenómeno dentro de la cultura cinematográfica se encuentran: Jennifer’s Body, Gone Girl, X, Pearl, Promising Young Woman, entre muchas otras.
El común denominador en todas ellas es que sus protagonistas son personajes femeninas que ejercen violencia sobre otras personas. En general, después de ser victimizadas de alguna manera por personas en su vida o sus condiciones sociales. La inmensa aceptación de tales narrativas es prueba de que son una fuente de confort para sus espectadoras. Hay muchas razones detrás de esto. Una de ellas es la fuerza que ha ganado el movimiento feminista en los últimos años, sobre todo después del movimiento #MeToo.
Como mujeres, nos dimos cuenta de las diferentes maneras en las que se nos agrede y victimiza a diario en diferentes niveles. Encontramos la causa y, por supuesto, la reacción natural fue la ira, y ver nuestras propias emociones representadas en pantalla resultó ser una fuente tanto de consuelo como de validación. Pero, ¿por qué, exactamente, es tan catártico ver a una mujer enojada y violenta en la pantalla grande?
La relación entre las mujeres y la ira
En su libro, basado en la famosa Ted Talk, Todos deberíamos ser feministas, Chimamanda Adichie escribe que las mujeres hemos sido
«criadas para creer que ser agradables es muy importante y que esta misma característica es una cosa específica que no incluye mostrar ira, ser agresiva o discrepar en voz alta (…) Pasamos demasiado tiempo diciéndoles a las mujeres que no se pueden enojar, que no pueden ser agresivas o difíciles, lo cual ya es bastante malo, pero luego vamos y felicitamos o escudamos a los hombres por las mismas razones». (23)
La expectativa de la feminidad impuesta por los estereotipos de género patriarcales ha forzado a las mujeres a reprimir aquellas emociones que no son “delicadas”. Ejemplo de esto se puede ver en la misma representación de las mujeres en el cine. El cine de terror, sobre todo, representa a las personajes femeninas a través del lente de la inocencia.
Al leer las palabras de Adichie, me di cuenta de que, como mujer, nunca se me enseñó como sentir ira. A menudo mi enojo en mi entorno familiar era tachado de exagerado o, simplemente, era recibido con burlas. Entre mi papá y mi mamá, la segunda es la que más se enoja, pero su ira es raramente tomada en serio. Este fenómeno es común y se puede ver reflejado en la gran cantidad de TikToks en donde un hombre con una playera en la cabeza hace parodias de “mamás latinas”.
Por el contario, cuando papá se enoja, ahí es cuando el asunto ya va en serio. Cuando el hombre de la casa es el que expresa su ira, todos escuchan. A menudo, ser mujer significa tener que reprimir partes de ti misma y, por mucho tiempo, la ira ha sido una de ellas.
Las heroínas de la “ira femenina”
Es por esto que, cuando Amy Dune en Gone Girl utiliza los estereotipos de género para victimizarse en frente del ojo público y vengarse de su marido negligente, su acto de ira es catártico. La problemática que se expone en el discurso de “la chica cool” vocaliza las emociones y resentimientos reprimidos de sus espectadoras. Lo mismo sucede cuando las protagonistas de X y Pearl, ambas interpretadas por Mia Goth, utilizan la violencia para combatir las condiciones desfavorables en las que crecieron.
La estética pastel y rosada de Promising Young Woman contrasta con la cruzada de venganza de su heroína, quien desata su ira reprimida cuando se entera del próximo matrimonio del hombre que provocó el suicidio de su mejor amiga después de abusar sexualmente de ella. En Jennifer’s Body, la belleza y feminidad patriarcal del personaje de Megan Fox esconde su hábito de alimentarse de hombres que la desean. De este modo, estas películas crean una dualidad directa entre la imagen que estas mujeres buscan proyectar como un ideal y sus sentimientos reprimidos a causa de sus condiciones individuales.
Al final, el género de terror sirve como un espejo tétrico de la sociedad actual. La importancia de mostrar mujeres enojadas, vengativas y resentidas en la pantalla grande es romper con la idea de que la ira no corresponde a la feminidad y que, de hecho, vivimos en un momento en donde nuestra era está más que justificada.
La ética de la venganza
Ahora bien, creo que es importante, aunque también un tanto absurdo, señalar que las personajes mencionadas aquí no son dignas de idolatría. Sus acciones, aunque justificables, no son aspirables. En cambio, lo que estas narrativas nos dicen es que tenemos que apuntar a un futuro alejado de las enseñanzas del antagonismo entre géneros que promueve el patriarcado y en donde un grupo determinado no sea instruido en la dominación y la violencia.
Referencias
- Adichie, C. N. (2014). We Should All Be Feminists. HarperCollins Publishers.